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"Leemos para saber que no estamos solos".

- William Nicholson.

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Vejez, divino tesoro.


Quizás no todos sepan, pero en una época de mi vida tenía un gran interés por convertirme en geriatra. Cuando la gente me preguntaba, “y qué es eso?”, yo decía, “es como un pediatra, pero para adultos mayores a 65 años”. Pongamos las cosas en contexto, una persona vieja es quien tiene una edad avanzada y está en el último período de la vida. La palabra viejo NO es un término despectivo, es un adjetivo, describe simplemente en la etapa de vida en la que te encuentras. A todos les fascina que le digan, “que joven estás”, “no pareces de tu edad”, “juventud divino tesoro” y se ofenden cuando le dicen, “que viejo estás”, “Pareces de tu edad”, “vejez, qué problema”. Honestamente, aunque físicamente la vejez no sea la etapa de más energía, definitivamente es un tesoro. Es un privilegio para quien la vive, pero un tesoro aún mayor para quienes están alrededor de esa fuente de historias y sabiduría. Lo reconozco porque lo conozco, yo he tenido personas mayores a mi alrededor que han enriquecido mi vida de una manera extraordinaria.

Ustedes no se imaginan lo que produce un intercambio en el que mi abuela me cuenta las historias de Manolo Tavárez y las hermanas Mirabal, y yo le explico cómo utilizar una aplicación para hacer la lista del supermercado. Ella me cuenta de sus experiencias en el tribunal de tierra en los años 40, y yo le explico para qué se utiliza Zoom. Ella me cuenta de cuando todos en su pueblo, Montecristi, se reunían a ver la única televisión a blanco y negro, y yo le cuento que le voy a comprar un Firestick para ponerle Netflix. Ella me cuenta como guardaba su dinero debajo de la cama, yo le enseño cómo utilizar internet banking. Ella me canta sus canciones favoritas y yo le indico como decirle a Alexa que se las ponga. Ella me cuenta de lo grandes que están los aguacates en su patio, y yo le cuento que estoy escribiendo un nuevo post. Ella me cuenta sobre sus años como profesora de primaria, hoy yo la invito a la feria del libro. Ella me explica como cocinar habichuela roja, yo la introduzco al sushi y las maravillas de un procesador. Ella me cuenta de sus juegos de volleyball y, bueno ahí tuvimos la misma experiencia. Sentimos la misma pasión por el deporte y siempre ha sido mi fan número uno, no hay quien pueda con nosotras mientras vemos un juego de las Reinas del Caribe.

Volviendo a mis deseos de ser geriatra, entendía que era el medio de servir a quienes también son el futuro, no en carne y hueso, pero si en legado. Como saben hoy no soy geriatra, soy administradora de empresas, pero mi deseo de servirles sigue latente. Hoy estamos encima de los hombros de muchos gigantes, nuestros adultos mayores son esos gigantes que nos levantaron y que llega un momento en que nosotros tenemos que hacer lo mismo por ellos. No es la primera vez que hablo de esto y no creo que dejaré de hacerlo, República Dominicana necesita cuidar mejor a sus adultos mayores. Nosotros como sociedad debemos darle el lugar que les corresponde en nuestras vidas.


- Nietos: respétenlos, escúchenlos, denles cariño.

- Hijos: hagan todo lo posible porque sus necesidades sean satisfechas, no solo necesitan de un buen plato de comida y pastillas para la diabetes, la artritis o la presión alta, el tiempo y una buena conversación son bálsamo para su espíritu.

- Amigos: No se llamen para quejarse del privilegio de todavía tener aliento de vida, recuerden los buenos tiempos, y dentro de sus posibilidades, creen nuevas memorias.

- Legisladores, ministros, funcionarios: Trabajen por una vejez digna en esta isla.

- Todos:

o Démosle la silla, el turno y el pase a quienes sus huesos han estado cargando peso por mucho más tiempo.

o Tengamos paciencia, escuchemos su mundo, sus prioridades, aunque no sean las nuestras.

o Compartamos lo que sabemos, lo que nos resulta tan natural que a ellos no. Si no quieren aprender, respeta su decisión también, no son niños, son adultos con su propio criterio y su propia manera de hacer las cosas. Si tú tienes 5, 10, 15 o 20 años haciendo algo de una manera, recuerda que ellos tienen 50, 60, 70, 80 haciéndolo a su manera.

o Seamos humildes, ser jóvenes no significa que tengamos todas las respuestas, la colaboración muti-generacional es valiosísima. Que aún podamos correr rápido no significa que lo hagamos bien.

o Apartemos siempre un tiempo para servirles en la manera que podamos, sea su abuela, su vecino, su tipo, su padre, necesitan de nosotros.

Ella me cuenta que el final está cerca, yo le digo que la amo, que quisiera que no nos separáramos nunca, pero que algún día yo también me iré y nos volveremos a encontrar por la gracia de Dios.

Gloria a Dios por todo.




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