¿Soy yo, o este año va rápido? Hm, no creo que sea yo. Es una expresión muy común, se repite todos los años, pero ¿por qué?. A mí se me ocurre algo que lo explique, quizás porque tenía unas expectativas específicas de lo que pasaría en mi vida y en mi entorno en un período de tiempo, pero por alguna razón, no pasó o se quedó corto. Me he pasado cerca de la mitad del año apagando fuegos, respondiendo a una sustanciosa cantidad de peticiones internas y externas, y una agüita fría en la cara, un tiempo reflexivo de alineamiento y balanceo, no me haría mal, y los quiero incluir.
La verdad que el piloto automático, así mismo se activa, en automático. Nos levantamos, nos preparamos para ir a trabajar, llegamos a tachar cosas de nuestra lista hasta que la hayamos completado o hasta que nuestro reloj biológico nos toca la puerta y ya no hay más remedio que decir, “bueno, mañana será otro día”. No es que la rutina o el trabajo sean malos, pero en medio de las rutinas y las horas productivas, hay un cierto ruido que no nos permite pensar en condiciones más favorables. Es como resolver un problema matemático en un cuarto con poca luz, húmedo, caluroso, después de la comida. Sí, acabo de hacer referencia a un curso en el que tomé esa asignatura en el colegio, de verdad que no era nada estimulante aprender a resolver ecuaciones con 5 variables en esas condiciones. Yo verdaderamente disfruto mucho todas mis horas productivas, pero les confieso pueden llegar a ser muy ruidosas y entorpecer las oportunidades de estar en silencio, que es tan beneficioso.
Según nuestro buscador web por excelencia, en una de las primeras páginas que encontré, el silencio es definido como la ausencia total del sonido, también significa abstención de hablar, en el contexto de la comunicación humana. Sin embargo, eso no quiere decir que sin sonido no hay comunicación. En cuanto a sus beneficios se refiere, este nos puede ayudar en pausas reflexivas que sirven para tener más claridad de los actos. Hacer una pausa de 10 minutos y estar en silencio cada tres horas nos permite bajar nuestras pulsaciones, restablecer nuestra presión sanguínea y regenerar las células de nuestro cerebro, especialmente las del hipocampo. Esta área es la responsable de mantener la buena memoria y activar el aprendizaje. Bueeeno, con el año que va como un chele, yo quiero momentos de silencio que me den más claridad, sobre lo que hago, lo que que haré, lo que sé y lo que sabré.
Hay algo interesante sobre el silencio, no es que no haya nada que decir o de que hablar o qué hacer, es que esto me va a permitir hacer todo eso mejor. Entre la guerra de Ucrania, la inflación y las demás consecuencias del innombrable del 2019, tenemos cuentos para no acabar, pero aaay silencio, ven e invádenos por 10 minutos cada tres horas. Con la cantidad de información a la que hoy estamos expuestos y con la cual nos bombardean todo el tiempo, el silencio es un regalo aún más preciado. Para tus próximos 10 minutos de silencio, pregúntate:
1. ¿Porqué estoy agradecid@?
2. ¿Estoy nutriendo las relaciones más importantes en mi vida?
3. ¿Algún proyecto que no he empezado? ¿Me falta algo para empezar?
4. ¿Quiero algo diferente en estos próximos meses?
5. ¿Puedo tener más minutos de silencio al día?
6. ¿Cuál es el propósito de lo que hago cada día, de mis rutinas, de mis hábitos, de mi trabajo?
Respiremos y volvamos al ruido, pero con la claridad que nos ha dado el silencio.
Gloria a Dios por todo.
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