Han sido pocas, pero ya me he sentado en mesas con decoraciones rojas, he visto algunas esquinas en la sala de la gente iluminada y reverdecida por un pino. Hoy, a los pocos días de iniciar el mes de diciembre quisiera rescatar algunas cosas que han estado rondando por mi cabeza. La primera es un sentimiento de pequeñez y frustración por las cosas que veo en mi país que me gustaría ver cambiadas. Me levanto con sueño y luego de encender mi vehículo me pongo una armadura que no se ve pero que pesa. En la primera esquina, veo 5 motoristas ignorando el intenso color rojo del semáforo. En la segunda, hay un carro que no le gusta dar el paso, a la tercera hay un camión de mudanza atravesado e indispuesto a moverse, en la cuarta un cráter que si no lo esquivo, me quedo sin una goma. Cuando llego al trabajo lo celebro, pensando, “Lo logré, un día más”. No digo que esta sea la normalidad pero creo tener una explicación a esto.
Hace unas semanas escuche la voz de un compañero de trabajo de Giancarlo diciéndome, “No quiero que te asustes, Gian tuvo un accidente pero está bien”. Yo sentada en mi escritorio me sentí liviana y débil, mi amado esposo, con quien recientemente cumplir cuatro años de matrimonio, había sido afectado por la imprudencia, la inconsciencia, por el poco valor a la vida propia y la de los demás seres humanos con quienes compartimos esta tierra. Se lee hasta poético pero en el momento no lo fue, mi vocabulario estaba reducido, me arropaba la impotencia y solo grite, “¿Está realmente bien?”, terminé insistiendo para escuchar su voz. Cuando logro hablar con él, me dice con una voz enérgica y hasta infantil, “Karla, qué pasó?”. Yo no entendía NADA y después de su expresión, muchísimo menos. Le pregunto molesta, “!Cómo que que fue, te falta algo, me acaban de llamar que tuviste un accidente, tenías tu casco, tenías tus botas, tenías tu chaqueta!”, como si por cada artículo era una protección absoluta de cada parte de su cuerpo. A los 4 segundos me dice, “Karla que pasó?”, como dirían los argentinos, ¿cómo que que pasó, me ejtaj cargando? En medio de la confusión, mis compañeros de trabajo me acompañaron a la emergencia de un hospital cercano. Ahí estaba, semi-acostado en la camilla, más bello que nunca, preguntándome nuevamente que había pasado. Empecé lenta pero seguramente a entender cada detalle, estaba en shock, su memoria de corto plazo estaba fallando y estaban operándole un dedo, la sangre estaba en su pie, en su media, en sus tennis y yo estaba ahí para acompañarlo en la mala. En la salud, en la enfermedad, en accidentes, en pérdidas, y en ganancias, porque de que hay ganancia de todo esto, la hubo. Después de ese momento y cuando empecé a pensar en frío, le agradecí a su jefe y compañero de trabajo por haberlo llevado y estar ahí con él, empecé a llamar a la familia. Después de un día completo de estudios, recuperación de memoria, confirmación de que este evento no hubiese trascendido más de un pie y una uña que sanará, nos fuimos a casa.
¿Y la ganancia dónde está? El gran aprendizaje en medio de recordatorio,
- Los compañeros de trabajo son una bendición, de la manera en que vengan, con sus virtudes y defectos.
- La familia ES la familia.
- Los amigos, la familia escogida también son gran bendición.
- El matrimonio, el compromiso para estar cerca en las buenas y no tan buenas, hasta el final.
- Sufrir bien si es un concepto, en esta vida si vamos a sufrir, y si ya sé que hay cosas que me van a producir dolor y mucho, ¿Por qué no hacerlo bien?, Aferrar mi corazón a las verdades que serán mi aliento y mi sustento y formarán mi carácter.
- Las motocicletas y las bicicletas son una gran alternativa para evitar tapones, ahorrarse tiempo pero no la vida, la manera en que nosotros transitamos como dominicanos debe cambiar. Demos el paso, respetemos la señalética, respetemos los colores, no nos distraigamos mientras conducimos, no pensemos que somos intocables.
- Mi esposo y yo este año nunca nos habíamos necesitado tanto. Dos jóvenes activos e “independientes”, necesitarse para hacer cada actividad cotidiana. Pensaba que esto lo viviría con más arrugas en mi piel pero me ha tocado vivirlo con una cantidad importante de colágeno, aún. Es un regalo, así lo veo HOY.
- Dios es Dios
P.S. Giancarlo Beato, estoy muy agradecida de que esta sea la historia que tengo para contar. Te amo.
Te amo, mi corazón. You're light in total darkness.