No sé con cuantas personas he compartido esto, pero considero a los dinosauros criaturas fascinantes. Es más, no solo fascinantes, sino increíbles y majestuosas. Mi fascinación empezó en primaria en clases de ciencias naturales, pero se intensificó la primera vez que vi Jurassic Park/Parque Jurásico. No voy a asumir que todos saben lo que es por lo que les cuento. Es una película de ciencia ficción y acción dirigida por Steven Spielberg. Está basada en la novela llamada con el mismo nombre escrita en el 1990 por Michael Crichton. La película se sitúa en una isla ficticia en la Isla Nublar, localizada en la costa de Centro América, cerca de Costa Rica. ¿Cuál es la trama? Un hombre de negocios llamado John Hammond y un equipo de genetistas han creado un parque temático con nada más y nada menos que dinosauros extintos. Es toda una franquicia y ya han salido 5 desde el 1993, en el 2021 sale la próxima, la estoy esperando. ¿Qué tienen en común todas las películas? Los majestuosos dinosaurios y nosotros los seres humanos inventando para después salir corriendo con el rabo entre las piernas. Nos creemos lo última coca cola del mundo hasta que viene un Tyrannosaurus rex a decirnos quien manda. Rex en latín significa literalmente rey.
Alimentando mi fascinación por la especie, he ido a todos los museos de historia natural a los que físicamente he podido ir. Tuve el privilegio de visitar el museo de historia natural de Londres en el 2019. Mis expresiones de asombro consistieron en lo siguiente: “WAO, WAO, WAO”. Entro al museo y le dije a mi esposo, “YA, llegamos a Disney”. Empiezo a leer el mapa del lugar y ubico la exposición de los dinosaurios, lo otro siempre puede esperar. Entro a un circuito de exposiciones de fósiles, algunos igual de reales que las manos que escriben esto, otras réplicas, y otros solo modelos construidos por humanos. Sigo el circuito leyendo y disfrutando el camino hasta que me encuentro con LA atracción, un modelo de un t-rex de aproximadamente 12 pies de alto, y 40 pies de largo. Mi sueño de niña se me hizo realidad, fui a al parque Jurásico sin que me coman. La réplica tiene una similitud impresionante con todos los modelos de la película, y con grito incluido. El comportamiento y el aspecto de estas especies no todos están escritos en piedra, lo que vemos son construcciones a raíz de los fósiles, pero nunca es exacta. De hecho hay discrepancias en lo que pudo haber sido el aspecto del t-rex, pero ustedes saben que Hollywood necesita ponerle ITBIS a las cosas para vender esas taquillas. Independientemente de que tan real sea su aspecto, es imposible para mi ver aquel espectáculo y no pensar en el creador de todo lo que existió y existe. Si la mac habla de Steve Jobs, si nuestro trabajo habla por nosotros, ¿Alguna vez se han preguntado de que testifican los t-rex, las iguanas, las ballenas, los átomos, los tiburones, las hormigas, las montañas, los valles, el océano, las olas, los ríos, los lagos, las frutas, los vegetales, las auroras boreales, la lluvia, el desierto, los huracanes, los tornados, nuestro cerebro, y nuestro propio cuerpo? Testifican de un creador mil veces más majestuoso. Podemos estar limitados por lo que podemos percibir con nuestros sentidos pero mi deseo es que la contemplación de las maravillas de la tierra no nos robe la oportunidad de contemplar en su creador, que de hecho sea un portal para hacerlo. Que nunca nos dejemos de sorprender por lo rica que sabe una fresa, por lo bueno que es abrazar a quien amas y por la diversidad de seres vivos que habitan o alguna vez habitaron la tierra. Quizás ahora se pregunten, ¿qué tiene que ver Blue con todo esto? Blue, es mi velociraptor favorito de la película de Jurassic World, gracias a ella triunfó el bien contra el mal.
Gloria a Dios por todo.
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