Después de 365 días más con constante aire en mis pulmones, y un corazón bombeando vida en las avenidas, esquinas y callejones de mi sistema circulatorio, no puedo más que reflexionar. Cuando estaba en bachillerato tuve el privilegio de tomar clases de literatura con un profesor cubano amante de las letras y las obras, Eduardo Ruiz, donde quieras que te encuentres, gracias por transmitir tu conocimiento y pasión con tantos jóvenes. Me encantaba su metodología de enseñanza porque escudriñábamos cada obra, no solo la trama, sino el contexto histórico y la vida del autor. Una asignación me introdujo al concepto de Carpe Diem, “es una expresión de raíces latinas que fue concebida por el poeta romano Horacio”. La traducción literal, es “cosecha el día”, el objetivo es alentarnos a aprovechar el tiempo sin malgastar ningún segundo. Mi abuela no es poeta pero ayer le pregunte, “Buela, ¿que te dirías a ti misma a tus 26 años?”, me responde con todo el estilo que la caracteriza, “Plátano maduro no vuelve a verde”. De forma natural hay una gran cantidad de frutos que maduran por acción del etileno, es una hormona que producen los frutos y que en cuanto la concentración del mismo aumenta, se acelera el proceso de maduración, se modifica el color, la firmeza, el sabor y el aroma. ¿Nosotros somos frutos? No, pero somos parte de la naturaleza y los años definitivamente producen cambios. Pensando en como nosotros vivimos la maduración, así lo percibo. Queremos evitar la maduración temprana, o madurar muy rápido. ¿Cómo así? Cuando estamos jóvenes nos entretenemos en ser precoces, empezar a practicar hábitos que pueden esperar. Nos involucramos en actividades y experiencias a destiempo cuando no tenemos la madurez para discernir mejor los riesgos y las consecuencias. Después de cruzar la línea, empezamos con las cremas anti-envejecimiento, cirugías y cualquier otra práctica para evitar lo inevitable, envejecer. ¿y entonces? Así mismo, ni lavamos ni prestamos la batea y nos perdemos del día de hoy. El minuto que invertí en escribir las oraciones anteriores, ya se fueron, y no regresarán, pero que gozo me da ver lo que produjeron.
A mediados de abril empecé a ver en las redes las personas cuestionándose si este año tan convulso del 2020 cuenta o no. Claro que cuenta, nos hemos expuesto a circunstancias inesperadas que nos han invitado a la reinvención, a la reflexión y al renacimiento. La vida es un ratico, y en el ratico que tengo viviendo he aprendido tantas cosas, algunas de las que quisiera compartir, un regalo para ustedes y para mí. Esto es un sancocho de todo lo que ha aprendido un corazón redimido, una obra en construcción, una entusiasta de la vida presente con deseos de que ese mismo entusiasmo se triplique por la vida venidera.
Aprendizajes:
· La vida es efímera, pasajera, un ratico, una visita médica. No debo dejar para mañana lo que puedo hacer hoy.
· No le veo sentido a una vida que gire alrededor de mí. El yoismo es intoxicante y me puede robar la posibilidad de compartir mis recursos con los demás que coexisten conmigo.
· El tiempo es un recurso invaluable, lo que hacemos con él construye o destruye.
· No todo lo bueno conviene.
· Todas las personas saben algo que yo no, las preguntas y las conversaciones son abono a la empatía y la tolerancia.
· Mi vida no tiene que parecerse a ninguna otra.
· No hay distancia que pueda más que la intención consciente de conectar y re-conectar con los seres que amamos.
· El cambio es lo único constante en la vida.
· Los conocimientos son transferibles y nunca restan, solo suman, si no me creen, vean “Slumdug Millionaire”.
· Conocer lo que nos rodea aumentará nuestra capacidad para amarlo.
· Las sorpresas están del otro lado del riesgo, la comodidad produce poco.
· Siempre hay maneras de simplificarnos la vida.
· No podemos dejar que otros determinen nuestras necesidades, por una necesidad creada, hay una posibilidad de que esta no sea realmente una necesidad.
· La preocupación no le agrega ni un segundo a mi vida ni produce una solución en sí misma, la ocupación sí.
· La vida NO se acaba al casarse, o al tener hijos, se acaba con la falta de oxígeno. Son decisiones y requieren compromiso, podemos elegir cada día que hacer con esas bendiciones y esas oportunidades de ser mejores para la relación.
· Los amigos son hermanos por decisión, calidad sobre cantidad. Son un gran soporte y caminar juntos enriquece nuestra vida.
· Siempre habrá razones para sonreír y razones para llorar, hay tiempo para ambas.
· Como el plátano maduro no vuelve a verde, lo vivido no me lo quita nadie. Agradecida por los años vividos y por la manera en que tuve el privilegio de celebrarlos en el 2020. Esperando que mis próximas 5840 horas despierta sean sabiamente invertidas y que este blog siga siendo de contribución para todos sus lectores.
Con cariño,
Karla.
Gloria a Dios por todo.
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